Una sociedad no puede llamarse democrática mientras tolere que se siga maltratatando a las mujeres.
La lacra de la violencia machista no da un respiro. Es una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo.
Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad, independientemente del ámbito en el que se produzca.
Cuando al género se suma una discapacidad, la situación de discriminación es aún más humillante al encontrarse la mujer en una situación de mayor vulnerabilidad.
Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o de agresión basado en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres, que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas y la coacción o privación de libertad tanto en público como en privado.
Además de los daños físicos, la violencia causa en las víctimas serios trastornos emocionales, sometimiento, dependencia, depresión, miedo, estrés, ansiedad… así como trastornos del sueño y la alimentación entre otros.
El maltratador NO es un enfermo, solo el 10% padece trastornos psicológicos.
es RESPONSABLE de su conducta, ejerce la violencia porque quiere hacerlo y porque piensa y en numerosas ocasiones, así ocurre que sus actos quedarán impunes.
Una palabra, un gesto o simplemente un silencio pueden ser suficientes para lanzar un puñal directo a un corazón que poco a poco queda anestesiado ante cualquier posibilidad de imponerse.
Sean cuales sean las formas en que se manifiesta un maltrato siempre busca un mismo objetivo, minar la autoestima de la mujer con el fin de aumentar el grado de poder y control sobre ella.
Hay historias que merecen ser contadas, para que seamos conscientes de que existen.
Son las que surgen en hogares locos, donde el sufrimiento y la desilusión se instalan.
Donde se huele el miedo, se calla la vergüenza, se traga el llanto, se oculta la pena y se disimula el dolor.
Hogares en los que las mujeres son insultadas, despreciadas y humilladas por hombres acomplejados y cobardes que golpean en la noche cuando la luna se apaga y la oscuridad entra por la ventana, con voces que retumban en el alba rompiendo cualquier atisbo de calma.
Mujeres que con el corazón hecho pedazos como si de estrellas del cielo se tratara, ahogan sus penas y permanecen calladas en la soledad de esas noches amargadas.
Agonizando a pesar de querer seguir viviendo, temiendo que ese querer violento acabe con su vida en cualquier momento.
NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y NO A LA VIOLENCIA EN GENERAL!!
Violeta Flores (Ex-trabajadora de la Asociación SER)